Existe una forma de depresión leve pero crónica llamada distimia o trastorno depresivo persistente. Su principal rasgo distintivo es padecer un ánimo deprimido que aparece durante la mayor parte de los días al menos durante 2 años. Los pacientes con este trastorno describen su estado de ánimo como triste o con el ánimo “por los suelos”. Suele iniciarse en la infancia, adolescencia o juventud y tiene un curso crónico.
Entre los factores de riesgo de padecer este trastorno se encuentran factores temperamentales (como el neuroticismo o afectividad negativa), ambientales (pérdida de los padres y su separación), genéticos (tener familiares de primer grado con trastornos depresivos) y factores fisiológicos (están alteradas varias regiones cerebrales como el córtex prefrontal, la amígdala y el hipocampo). También el haber estado expuestos a acontecimientos vitales estresantes se relaciona con el riesgo de padecerlo.
Algunos de los síntomas de la distimia son experimentar una pérdida de interés por las actividades diarias, sentirse triste, tener problemas de sueño, falta de energía, baja autoestima, dificultad para concentrase y para tomar decisiones, autocrítica, rabia excesiva, disminución de la productividad, evitación de las actividades sociales, sentimientos de culpa y problemas de regulación alimentaria.
La distimia es una patología que dura años. Lo habitual, es que el tratamiento profesional mejore el cuadro clínico sin resolverlo completamente.
Entre los remedios para combatir la distimia se encuentran controlar el estrés, aumentar el nivel de actividad, impulsar la baja autoestima, la amistad y el apoyo social, evitar el alcohol y el uso de antidepresivos.
Cristina León. Psicóloga Sevilla.